Tudera, pertenece a la comarca de Sayago, situada al Suroeste de la provincia de Zamora, que limita al sur con Salamanca y al oeste con Portugal, de quien la separa el río Duero que, como es sabido, forma frontera y da lugar al hermoso paraje conocido con el nombre de LOS ARRIBES.
Tudera está dentro del Parque Natural de Los Arribes del Duero, a unos 20 kilómetros de Miranda Do Douro, localidad portuguesa conocida por su espectacular paisaje en pleno Arribe.
Tudera en sí, es un pueblo pequeño, bastante despoblado, apenas 48 habitantes, y situado en una vaguada del terreno donde destaca el espectacular bosque de encinas milenarias que lo rodea. En la arquitectura predominan las casas antiguas hechas con adobe y barro, con sus portaladas tradicionales y alternando con casas nuevas de piedra y otros materiales. Una de las características que da particularidad al pueblo, y que lo hace atractivo para visitar , es el hecho de que entre las mismas casas abundan las praderas llenas de fresnos y los espacios donde crece la hierba que da color y belleza al paisaje. A esto hay que añadir que la mayor parte de las calles siguen siendo de tierra al estilo más tradicional.
Entre los dos barrios corre un pequeño río llamado Río Molinos, más conocido como La Rivera, y su nombre viene por la abundancia de molinos que en la época de lluvia, eran movidos por su agua almacenada en presas, y de los que todavía se conservan algunos restos que pueden visitarse. Siguiendo el río, podemos contemplar la abundancia de árboles, huertas y praderas.
Otra característica que hace particular al pueblo es La Torre. Se trata de una enorme roca de unos 20 metros de altura a la que se puede acceder, y en la que, en la parte más alta, está situada La Ermita de San Cosme y San Damián. En ella exiten algunos restos de pinturas muy antiguas que todavía permanecen en sus paredes y en la roca donde se aposenta hay varias pilas comunicadas entre sí y símbolos que indican que ese lugar fue un santuario donde se celebraban ritos y tal vez sacrificios anteriormente al Cristianismo. Como en otros muchos lugares, el Cristianismo utilizó éste para edificar la pequeña ermita dedicada a San Cosme y San Damián, y desde allí, vigilar las entradas del pueblo.
Es de destacar el bonito paisaje de árboles y campos que se puede contemplar desde lo alto de La Torre, así como la Paz que transmite el silencio allí ariba, solo roto por algunos changarros de algún rebaño de ovejas que pase cerca.
Al lado de La Torre está situada la Iglesia de San Pedro Apóstol, construida en el siglo XVI y que se mantiene en perfecto estado.
Para llegar a la Iglesia hay que pasar por un puente construido en la época de los romanos. La calle que va desde el puente romano hasta la Iglesia, fue una calzada romana y prueba de ello son las losas de piedra que todavía podemos ver en el suelo de parte de la calle. Se han encontrado también varias estelas romanas que confirman la antigüedad del pueblo.
La Ermita de Santa Bárbara y Santa Catalina está situada en el centro actual del pueblo, presidiendo la plaza amplia donde sigue estando la escuela. En esta ermita, se celebra una misa en la fiesta del Ofertorio en septiembre. Su pared septentrional, configurada para la ocasión, hace de frontón del pueblo.
Tanto en el pueblo como los alrededores, hay abundantes rocas graníticas con formas redondeadas y en curiosas posiciones, que junto con la abundancia de valles y praderas, proporcionan al visitante hermosas y variadas vistas a través de rutas y caminos. Destaca una roca situada a 1 kilómetro del pueblo y cerca del curso del La Rivera, que es llamada Casa de los Moros. Aquí, según los últimos estudios, vivieron algunas familias primitivas utilizando sus cuevas. También aquí hay algunas pilas comunicadas y marcas antiguas en la roca. Junto a ella, se encuentran multitud de rocas con diversas formas, como por ejemplo Las narices de peña Lucía.
Quizás lo más característico de esta zona son las cortinas, pequeñas parcelas de tierra de cultivo cercadas exclusivamente con paredes de piedra colocada de una determinada forma. Esto da unas características muy particulares al paisaje de Sayago, que lo hace diferente a cualquier otro lugar. Merece la pena verlo.